La Sociedad Extremeña de Arqueología y Patrimonio (en adelante, SEdAP), con sede en Plasencia, nacía en el año 2005 para dar respuesta a las inquietudes culturales de sus fundadores y para fomentar en la región un sentimiento de respeto y consideración a la herencia histórica que pervive en Extremadura. Hoy, casi quince años después, esta innovadora agrupación rebosa vitalidad y sus socios se han multiplicado por decenas hasta conformar un colectivo de personas plenamente comprometido con la promoción del Patrimonio Cultural de Extremadura, con la defensa de sus testimonios tangibles o intangibles y con el sano placer de ensanchar su particular conocimiento cultural y científico del solar regional. Entre las líneas con las que sus socios dibujan sobre el papel esta red de acciones culturales destacamos los viajes en grupo que mes tras mes realizan a municipios y entornos de la región, momentos de convivencia en los que han confiado y se han dejado guiar por historiadores. No en vano, Guías-Historiadores de Extremadura les ha acompañado en varios de sus viajes para hacerles partícipes de rutas históricas, esto es, de paseos temáticos que tienen en la Historia y la Arqueología el horizonte de su materialización. Lo que sigue es una reseña del viaje coordinado por nuestro compañero Carlos Marín a los orígenes y a la evolución histórica de Cáceres en marzo de 2018, el que dio inicio a esta usual colaboración en unos destinos o en otros, de cuyo desenvolvimiento vamos a dar cuenta con regularidad durante las próximas semanas.

Es un hecho que la práctica totalidad de asistentes al viaje a Cáceres programado por la SEdAP (medio centenar) conocían de antemano el casco antiguo de la ciudad. Pero es también una realidad que la mayor de las veces ese conocimiento se halla limitado al conjunto histórico intramuros y, en contados ejemplos, a su semejante extramuros. A fin de ofrecer una panorámica histórica completa desde las primeras ocupaciones prehistóricas de los contornos de la ciudad y tras una breve parada en el camino para contemplar el puente de Alconétar, nos desplazamos hasta el Centro de Interpretación de la Cueva de Maltravieso, ubicado junto a la cavidad del mismo nombre. La coyuntura era inmejorable: un mes antes, un artículo multidisciplinar publicado en la prestigiosa revista Sciencie removía las cronologías clásicas del arte paleolítico más antiguo de la Humanidad al haber recalibrado las pinturas rupestres de la Cueva de Maltravieso, de Los Ardales (Málaga) y de La Pasiega (Cantabria) y haberlas situado como las más antiguas documentadas hasta la fecha. Frente a la entrada de la cavidad cacereña y en el interior del Centro de Interpretación, pudimos extendernos en el impacto que esta recalibración ha tenido en la comunidad científica a título internacional y el revuelo mediático consecuente derivado a los medios de comunicación y a la ciudadanía extremeña.

De las primeras ocupaciones humanas que figuran en la Cueva de Maltravieso, modelada en el paisaje kárstico de El Calerizo cacereño, Carlos Marín acompañó y guió a la SEdAP en el campamento romano de Cáceres el Viejo. Este yacimiento arqueológico, erigido hace más de 2.000 años en una penillanura ubicada hoy a escasos kilómetros del casco urbano, es uno de los mejores ejemplos de castramentación romana de toda la Península Ibérica. Identificado como Castra Caecilia por Adolf Schulten a principios del siglo XX, en las que fueron las primeras excavaciones arqueológicas desarrolladas en su solar, el campamento se ha venido interpretando como el fundado por Quinto Cecilio Metello durante las guerras contra Sertorio. Así, el grupo pudo reconocer las claves de un enclave militar que junto con el de Castra Servilia estuvo en el origen de Norba Caesarina. Ya en el Centro de Interpretación, sirviéndonos de las proyecciones audiovisuales, las maquetas, las láminas y otros recursos didácticos, o en el recorrido a pie subsiguiente a las excavaciones ejercidas hasta la fecha en las esquinas y puertas del campamento, aprovechando para la ocasión la moderna estructura metálica que imita la volumetría original que debieron de tener la Porta Principalis Sinistra y sus torres de flanqueo, fuimos plenamente conscientes de la singularidad de tener en Extremadura este exponente de la castramentación romana republicana.

La jornada culminó con un paseo histórico por el urbanismo y la arquitectura del casco intramuros de Cáceres: los ecos de la que fuera una de las fortificaciones almohades más impresionantes de la cuenca del Tajo durante la Plena Edad Media; los testimonios físicos (casas-fuerte, torres, matacanes…) que trazan la militarización de la arquitectura cristiana bajomedieval, así como la construcción y engalanamiento de sus principales iglesias; el advenimiento de nuevas modas artísticas y comodidades que traen consigo el Renacimiento y las riquezas del contienente americano; sin haber querido dejar de lado también los últimos siglos modernos que acaban por configurar un casco histórico que disfruta hoy de un merecido reconocimiento internacional por la UNESCO. Episodios históricos y acontecimientos por los que discurrió la ruta dirigida por nuestro compañero amenizados con los accesos a los Palacios de Toledo-Moctezuma y de Carvajal (cuyos interiores sirvieron de ejemplo para exponer la distribución espacial y la funcionalidad de estos edificios), la Concatedral de Santa María (amén del fantástico retablo plateresco, un templo que nos recuerda la sobriedad de la arquitectura y de la propia historia cacereña) y el Baluarte de los Pozos (con sus torres corachas, vitales para el abastacimiento de aguas de una lugar cuya historia no se entiende sin hacer referencia a la ausencia de río).

Con las inmejorables vistas que este punto de la fortifiación almohade nos brindaba dio por término la intensa jornada, de manaña y de tarde, a una ciudad de Cáceres bien nutrida de las huellas del pasado. La agrupación placentina volvió entonces sobre sus pasos para retornar a sus lugares de origen y su anfitrión no quiso despedir a todos los asistentes más que con un hasta pronto. Consciente, como así sería, de que el tiempo volvería a unir los intereses comunes de la SEdAP y de Guías-Historiadores de Extremadura para redescubrir juntos otros rincones de la región.