Sabiendo que el verano es época de descanso y de calma chicha en el plano cultural la Asociación de Guías-Historiadores de Extremadura vio preciso dar a la población local un acicate para seguir conociendo y valorando el patrimonio que existe en la ciudad. Así, se organizó y llevó a cabo una nueva ruta monográfica, en esta ocasión sobre el cementerio municipal, lugar conocido de todos los cacereños por razones familiares y luctuosas, pero poco desde el punto de vista didáctico.

Tras poner en contexto el porqué de la ubicación del cementerio y su relación con los espacios funerarios anteriores en el tiempo nos adentramos en el apacible y venerable cementerio viejo. Allí nos esperaban panteones de los linajes más renombrados junto a las tumbas de los anónimos más absolutos, lápidas con apellidos cacerenses que resuenan desde hace siglos y otros que suenan exóticos y que por los avatares más diversos acabaron en la ciudad, profesiones de todo tipo y edades en el momento de la muerte que van desde el día de vida hasta los que llegaron a centenarios.

Hubo sorpresas de toda clase para muchos en el dédalo de callejuelas y plazas que forman el cementerio, lugar final de descanso para muchos de nosotros, aunque evitado por la mayoría salvo en contadas (y obligadas) ocasiones, pero ineludible nos guste o no, como acertadamente no recordaron algunos de los epitafios que aún quedan legibles en el mármol.

También ineludible es el cementerio en el plano patrimonial, histórico y hasta artístico, no sólo por su valor evidente y que debería ser mejor valorado por la población y la administración, sino porque no deja de ser la otra ciudad de Cáceres, ésa en la que moran, ya eternamente, sus habitantes, con sus luces y sus sombras, con sus dispares diferencias. El negativo de la sociedad, en suma.

Como siempre, agradecemos su interés, preguntas y comentarios a todos aquellos que participaron en la ruta y también que Aestas nos permitiese tener una no muy calurosa mañana en plena canícula juliana, que hizo especialmente agradable nuestro paseo funerario.