En la tarde noche del 22 de febrero de 2018, a eso de las 20:00 horas, dio comienzo en la cafetería Los 7 Jardines, en el casco histórico de la ciudad de Cáceres, la primera edición de “Cafés con Historia”. Esta actividad forma parte de la vertiente cultural del proyecto de Guías-Historiadores de Extremadura, uno de cuyos pilares fundamentales es el acercamiento de la Historia a la propia sociedad extremeña.

Para esta primera ocasión, la temática elegida fue la comunidad judía que residió en Cáceres durante la Edad Media y los restos patrimoniales que de aquel colectivo étnico-religioso aún hoy pueden vislumbrarse por algunas calles de la capital cacereña. El invitado para tal acto fue Marciano Martín Manuel, uno de los mayores especialistas en Historia del judaísmo en Extremadura. Este historiador y escritor de Hervás, autor de numerosos artículos y libros sobre los judíos de la provincia de Cáceres (www.estudiosjudaicos.imaginason.com), expuso de manera cercana y amena algunos aspectos generales sobre las comunidades judías que poblaron la Alta Extremadura a finales del periodo medieval con especial atención a la de la entonces villa de Cáceres.

Los judíos cacereños, de cuya existencia ya constan noticias en el siglo XIII, debieron de incrementar su población durante el siglo XV hasta convertirse en la comunidad más numerosa de, al menos, toda la mitad norte de la región extremeña (en torno a 130 familias a finales de aquel siglo). Aunque, en un principio, la tendencia del colectivo judío sería la de concentrar su habitación en torno a la sinagoga intramuros (actual Barrio de San Antonio), en la documentación de la época se encuentran judíos repartidos por varios lugares de la villa cacereña, sobre todo alrededor de la Plaza Mayor. Sin embargo, en 1469 se produjo la confiscación de la sinagoga cacereña y acto seguido su conversión en ermita cristiana con advocación a San Antonio, lo que debió provocar un progresivo abandono del barrio donde los judíos habían predominado hasta entonces (“la judería vieja”).

En 1478, con dos años de antelación con respecto al edicto general de apartamiento de las minorías en Castilla (Cortes de Toledo, 1480), se ordena el encerramiento de judíos y de musulmanes cacereños en barrios delimitados. Sería entonces cuando se constituiría “la judería nueva”, en torno a la actual calle de la Cruz y, probablemente, en una zona donde desde hacía tiempo residían muchos judíos y donde se encontraba la sinagoga “nueva” (solar del actual Palacio de la Isla). Allí habitarían los judíos cacereños sus últimos años como minoría religiosa tolerada puesto que poco tiempo después, en 1492, se decretaría su expulsión de los reinos de Castilla.

Marciano Martín Manuel hizo además mención al patrimonio inmueble que puede reconocerse en el casco histórico cacereño y que puede relacionarse, con la precavida cautela, con la presencia judía en la ciudad. A las tradicionales suposiciones que establecen la correspondencia entre la «sinagoga vieja» y la actual ermita de San Antonio o entre la «sinagoga nueva» y el actual Palacio de la Isla, el historiador aportó otras hipótesis como la de que un arco de ladrillo situado en las traseras de la ermita de San Antonio pudiera haber pertenecido a la galería de las mujeres de la sinagoga. Asimismo, también se habló de la ranura de mezuzá en la jamba derecha de la portada de la casa nº 8 sita en la calle que sirve de continuación al callejón de Don Álvaro y de otras ranuras equivalentes en Trujillo y Alburquerque.

Marciano Martín Manuel durante un momento de su disertación en Los 7 Jardines

La exposición de tan suculento tema de debate provocó, como estaba previsto, numerosas intervenciones de los asistentes al “Café con Historia”, lo que enriqueció la discusión y la reflexión sobre los judíos cacereños, los restos materiales que se relacionan con aquella comunidad de época medieval y la visión que de la Historia y el Patrimonio judío se tiene y se ofrece a los habitantes y visitantes de Cáceres.

El éxito de la cita, que consiguió reunir a una cincuentena de personas al calor de un café, cerveza o bebida cualquiera, en un ambiente distendido y con un atractivo tema de charla y debate, es una muestra más del interés que la Historia suscita en el conjunto de la población, especialmente cuando se trata de la propia historia de una ciudad o región, y de la necesidad de transmitirla por parte de aquellos que se dedican a su estudio. El colectivo Guías-Historiadores de Extremadura está volcado en la investigación y la divulgación histórico-arqueológica y patrimonial extremeñas y ya planea la segunda edición de sus “Cafés con Historia”.