Teníamos muchas ganas de este día. Que nuestros Cafés con Historia trascendieran la región extremeña y recalaran en un lugar donde rebosara la Cultura desde la noche de los tiempos. Salamanca, cuya institución universitaria es alma mater de quien escribe, representa como ninguna toda la carga simbólica de la Historia y del Café, con mayúsculas. No podía ser otra.
Y tal vez el/la lector/a asocie los adjetivos cafetero e histórico en la ciudad del Tormes a otros sustantivos como Novelty y Universidad. Razón no falta. Pero la filosofía de la clásica actividad cultural de Guías-Historiadores apuesta, no se olvide, por sacar la Historia de los muros universitarios y acercarla allá donde esté la población local. Y esta última circunstancia la encarna en Salamanca la cafetería El Alcaraván.
Su situación es extraordinariamente monumental y céntrica, al amparo de la Clerecía, de la Universidad Pontificia o de la Casa de las Conchas y ante la atenta mirada del extremeño Juan Meléndez Valdés en forma de medallón. No por ello el precio de su café se eleva, como en otras de semejante ubicación, hasta ser prohibitivo para los propios habitantes de la ciudad. Al contrario, El Alcaraván, sigue siendo el lugar para salmantinos que se gestó en los 80 del siglo XX como Sociedad Cooperativa. Sus mesas de mármol abajo, sus sillas de mimbre arriba, su música instrumental, sus clientes leyendo o jugando al ajedrez, sus recitales de poesía, los golpes de las tazas con sus platos, todo ello me cautivó desde que lo pisé por primera vez allá por 2007.
Si la cafetería era la ideal, el tema elegido casaba como anillo al dedo. La conmemoración y reivindicación de un extremeño que alcanzó las más altas cotas del humanismo de la Salamanca del siglo de Oro: el Brocense. Y para hablarnos del contexto de Francisco Sánchez de las Brozas, otro Francisco: Francisco Javier Rubio Muñoz, éste de Trujillo, y, como el otro, profesor de la academia salmantina. En una divulgativa charla, el profesor trujillano nos habló de la época dorada de la Universidad, de su organización en “naciones” y de la extremeña en particular. El coloquio dio pie a la reflexión sobre el Brocense y su (limitado) reconocimiento en la ciudad.
Este primer Café con Historia en Salamanca se inserta en la programación que el proyecto Lusitaniae de Guías-Historiadores ha organizado con motivo del Año Brocense. Había igualmente organizada una visita guiada por la ciudad, “De Nebrija al Brocense”, que hubo de posponerse por falta de número mínimo de reservas. Agradecemos a El Alcaraván, a Francisco Javier Rubio y a la quincena de asistentes la agradable velada cafetera. Nuevos Cafés, nuevas visitas y nuevos temas históricos vendrán en los próximos meses. Es el inicio de la “Comunidad Lusitaniae” en Salamanca.
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