El segundo fin de semana del octubre pasado -año 2022- Guías-Historiadores de Extremadura organizó junto con la Sociedad Extremeña de Arqueología y Patrimonio (Sedap) un viaje a la exuberante Sierra de Gata. Fue guiado por nuestro compañero Juan Rebollo Bote, quien pensó la jornada con base en la historia medieval de la comarca y aprovechando que en la villa de Gata se encontraba la exposición conmemorativa al medio milenio de la muerte de Elio Antonio de Nebrija.

Allí empezó la mañana -tanto con el grupo del sábado como con el del domingo-, visitando el maniquí que representaba al humanista lebrijano que vivió en Extremadura entre 1487 y 1504 bajo el mecenazgo de Juan de Zúñiga. Agradecemos desde estas líneas a Julia que nos abriera la Biblioteca para este particular. Contextualizada la relevancia intelectual de Nebrija y repasada someramente su trayectoria vital, pusimos rumbo al centro del pueblo. Recorrimos algunas calles que conservan el sabor popular altoextremeño. José Pablo nos abrió muy amablemente las puertas del monumento principal del pueblo, la iglesia de San Pedro, arquitectura renacentista de enorme interés custodia de un magnífico retablo. Otras joyas gateñas admiradas fueron las portadas graníticas y los numerosos blasones, entre los que destaca el escudo de Carlos V de la fuente del Chorro.

La siguiente parada fue San Martín de Trevejo, o de Trevellu, cuyo paseo estuvo impregnado de la lengua de origen galaico-portugués de este rincón serragatino. La arquitectura mañega es sencillamente preciosa, salpicada de entramado, tozones, pozitus y algún que otro escudo gremial. Obed, su párroco, siempre nos facilita entrar en la iglesia de San Martín, edificación erigida a mediados del siglo XVII, cuando la villa sufría los estragos de la Guerra con Portugal. La plaza, por último, aglutina tesoros populares como el pilón de 1888, la casa del comendador hospitalario, la torre-campanario con escudo bicéfalo y los soportales que refugian a quienes pausan el paseo, tal vez para tomar un viñu de pichorra propio de estas sierras.

Después de comer emprendimos camino hacia Trevejo. Hoy pedanía de Villamiel, esta minúscula aldea representa el origen fronterizo y militar de la Sierra de Gata y de Extremadura. Sus tumbas antropomorfas remiten a tiempos paleocristianos, su torre-espadaña y su templo de San Juan al siglo XII en que aquí se implantaron los caballeros hospitalarios. Daniel, del Buen Avío, nos permitió el acceso a la iglesia -qué gran labor hace para mantener vivo este histórico enclave. La subida al arruinado castillo trevejano hubo de hacerse con mucha precaución, a responsabilidad de cada uno, puesto que no se encuentra acondicionado. Fortaleza ésta de primer orden en la defensa de este sector altoextremeño, primero entre cristianos y musulmanes, después entre portugueses y leoneses/castellanos/españoles.

Por último, el autobús nos acercó al otro extremo de la Sierra, a Robledillo de Gata, donde nos esperaba Julio, guardián de la tradición aceitera de la villa. Un rápido recorrido por calles de apariencia entre oscura y rojiza por la profusión de pizarra y barro y arropados por los llamados “balcones” o cobertizos, fue suficiente para deleitarnos. La iglesia de Nuestra Señora de la Asunción guarda curiosos detalles como un ara funeraria romana, el retablo, el púlpito, el Cristo yacente o el artesonado mudéjar de la sacristía. La última parada tuvo lugar en el Museo del Medio, donde Julio ofreció una cata de aceite y un aperitivo regado con vino local. Excelente manera de terminar una intensa jornada por la Sierra de Gata, paraíso donde los haya.

Gracias a la Sedap por haber vuelto a confiar en Guías-Historiadores de Extremadura y a Domingo por las fotografías.